Fundamentos de filosofía by Bertrand Russell

Fundamentos de filosofía by Bertrand Russell

autor:Bertrand Russell
La lengua: spa
Format: epub
ISBN: 978-84-663-3446-4
editor: Penguin Random House Grupo Editorial España


TERCERA PARTE

EL HOMBRE POR DENTRO

16

AUTOOBSERVACIÓN

Se recordará que en la Primera Parte convinimos en considerar solo aquellos hechos humanos que pueden descubrirse por la observación externa y diferimos la cuestión de si esto excluía todo género de conocimiento verdadero o no. La opinión corriente es la de que sabemos muchas cosas que no pueden saberse sin autoobservación, lo que los behavioristas consideran equivocado. Seguramente nos sentiríamos inclinados a un completo acuerdo con los behavioristas, si no fuera por las consideraciones que nos vimos obligados a hacer cuando estudiábamos nuestro conocimiento del mundo físico. Fuimos entonces a parar a la conclusión de que, suponiendo que la física no ande equivocada, los datos de nuestro conocimiento de esta están contaminados de subjetividad, y es imposible para dos hombres observar el mismo fenómeno más que en forma hasta cierto punto aproximada. Esto socava la supuesta objetividad del método behaviorista, al menos en principio; puede sobrevivir hasta cierto punto como cuestión de grado. Hablando en general, si la física es verdadera y aceptamos la definición behaviorista del conocimiento tal y como se da en el capítulo 8, debería sernos más fácil conocer lo que ocurre cerca del cerebro que lo que ocurre lejos de él, y aún más lo que ocurre en el cerebro mismo. Esto parecía que no era así porque la mayoría de las gentes creían que lo que ocurre en el cerebro es lo que ven los fisiólogos cuando lo examinan; pero esto, según la teoría expuesta en el capítulo 12, es algo que tiene lugar en el cerebro del fisiólogo. De forma tal que la objeción a priori a la idea de que sabemos mejor lo que sucede en nuestro cerebro queda desechada, y nos vemos de nuevo conducidos a la autoobservación como la forma más segura de obtener conocimiento. Esta tesis es la que nos proponemos explicar y mantener en el presente capítulo.

Según es sabido, la certeza de la autoobservación fue la base del sistema cartesiano con el que se inauguró la filosofía moderna. Deseando Descartes edificar su metafísica sobre algo que fuera absolutamente cierto, dio comienzo a la misma empezando por poner en duda todo aquello de lo que fuera posible dudar. De esta manera logró poner en duda todo el mundo exterior, pues bien podía suceder que hubiera algún demonio malicioso que se complaciera en presentarle engañosas apariencias. (De lo cual son prueba suficiente los sueños.) Pero no le era posible poner en duda su propia existencia. He aquí, decía él, que yo dudo realmente; sea lo que fuere lo que pueda ponerse en duda, el hecho de ser yo quien duda es indubitable. Y no me fuera posible seguramente dudar si no existiera. Este argumento lo resumió en su famosa fórmula: «Pienso, luego existo». Y habiendo llegado así a esta certeza, procede a reconstruir el mundo por inferencias sucesivas. Lo raro del caso es que este mundo así reconstruido era muy semejante a aquel en que él creyera antes de su excursión por el mundo del escepticismo.

Resulta instructivo comparar el argumento cartesiano con el del doctor Watson.



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